Cuerpo y Alma.

Santísimo Cristo de la Buena Muerte (Los Estudiantes)

La Semana Santa tiene cuerpo y alma. La muchedumbre, el aparato, el exorno, el bullicio, las largas comitivas solemnes, las luces, flores, músicas, todo el abigarrado conjunto extraño de una ciudad enorme dedicada, sólo y unánimemente, al ejercicio apasionado de su fiesta, constituyen la parte externa, cortical, de este venero hondísimo, milenario, de fervor, sentimiento y tradición que motiva la gran semana de nuestra ciudad. El sevillano neto percibe el alma de la Semana Santa: la siente en sí, o, mejor, él se siente alma de esta fiesta de religión. El forastero, por el contrario, no percibe más que lo exterior, lo transitivo e inestable, aunque sólo esto basta para deslumbrarlo, ya que nuestra fiesta es la materialización de la vida y la historia, de la ciudad y el tiempo, del corazón y la muerte. Nuestra fiesta es la fiesta de los conceptos imponderables: muerte, dolor. Dios, Eternidad.

Joaquín Romero Murube.

(De «Dios en la ciudad», 1934)


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